El viento frío soplaba, al mismo tiempo que la neblina gris bajaba a toda prisa por los cerros; la mañana parecía congelar a todo ser que se atreviera a salir para atravesar los estrechos callejones que lo condujeran a su trabajo.
Jacinto, sin embargo logró resistir el sueño que lo vencía y se apresuró a levantarse de su cama con el objetivo de tomar un poco de cafe caliente que lo animara a ir a las minas de San Juan Pachuca. Mientras se vestía, una sonrisa iliminó su rostro al recordar que en una semana Laura sería su esposa. Sus padres ya lo habían aceptado y todo estaba arreglado; sólo faltaba que llegara el día en que unieran sus vidas para siempre.
Terminó de beber el café y su madre lo acompañó a la puerta, pidiéndole a Dios que regresara con bien a su hijo.
Ya en las minas, Jacinto trataba de obtener una y otra muestra de piedras preciosas que indicaran el hayazgo de un rico mineral- y así obtener una ganacia extra de su mínimo salario- de pronto se percató que el sitio que pisaba estaba bañado de oro y corrió a decirle a Pedro, su encargado. Subieron a toda prisa en aquella maquinaria encargada de undirlos bajo tierra. Al llegar a la superficie, Pedro fue a decirle a Mc Naught - el dueño de aquellas minas- lo que habían encontrado.
Jacinto, sin embargo logró resistir el sueño que lo vencía y se apresuró a levantarse de su cama con el objetivo de tomar un poco de cafe caliente que lo animara a ir a las minas de San Juan Pachuca. Mientras se vestía, una sonrisa iliminó su rostro al recordar que en una semana Laura sería su esposa. Sus padres ya lo habían aceptado y todo estaba arreglado; sólo faltaba que llegara el día en que unieran sus vidas para siempre.
Terminó de beber el café y su madre lo acompañó a la puerta, pidiéndole a Dios que regresara con bien a su hijo.
Ya en las minas, Jacinto trataba de obtener una y otra muestra de piedras preciosas que indicaran el hayazgo de un rico mineral- y así obtener una ganacia extra de su mínimo salario- de pronto se percató que el sitio que pisaba estaba bañado de oro y corrió a decirle a Pedro, su encargado. Subieron a toda prisa en aquella maquinaria encargada de undirlos bajo tierra. Al llegar a la superficie, Pedro fue a decirle a Mc Naught - el dueño de aquellas minas- lo que habían encontrado.
Mc Naught salío pronto y ordenó que le señalaran la zona encontrada. Los 3 caminaron al sitio, pero en el trayecto la lluvia entropeció el camino, dejando el trabajo de la estracción de oro para el dia siguiente. Jacinto fue citado muy de madrugada para iniciar el trabajo y aunque el cerro se desmoronaba a causa de la fuerte lluvia, fue obligado junto con otros a bajar. Cuando estaba un poco más de la mitad de llegar al piso, una parte del ascensor se rompió y el esfuerzo que los mineros pusieron por de equilibrar el peso fue inútil, pues ya varios habían caído al precipicio. El grito de aquellos hombres apenas se pudo escuchar puesto que unas roas vinieron abajo para callarlas; parte de la mina se había caído. Jacinto se había el pecho y las piernas, pero para disminuir el dolor pensaba en Laura y soñaba en el momento de su boda. Mientras tanto, Pedro y sus trabajadores trataban de rescatar lo poco que quedaba de aquel trabajo.
El sábado en la mañana, Laura preparaba el vestido que llevaría a la iglesia, las hermanas cocinaban el banquete de la fiesta y las campanas tocaban una y otra vez. Jacinto sin embargo seguía dormido, soñando que esto pasaría, ya habían trascurrido la semana tan esperada y apenas sacaban su frío cuerpo de de la mina para ser entregado a su madre, quien lloraba al no ser escuchada por Dios, mientras que el sonido de las campanas anunciaban su muerte. FIN
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