lunes, 31 de mayo de 2010

SER Y VERDAD EN LA OBRA DE ARTE

El arte es situarse en el ejercicio de la verdad y del ser en el modo de cómo se manifiesta en la obra; pero en el proceso de obtener la verdad hay situaciones que nos hacen tropezar, por eso conocer una obra implica un ritmo de movimiento hacia su esencia.
Para lograrlo, es necesario fijarnos en las ideas que dieron origen a la obra y no tanto que estilo es, ya que la obra en sí, concentra la figura explicativa esencial. Entonces el arte según Heidegger es la explosión detenida del carácter explicativo de la existencia del hombre.
Para lograr una conformación explicativa o hermenéutica, el Dasein nos ayudará a descifrar la esencia propia del arte. Esta comprensión significa una apertura a lo significativo, es decir cuando una obra puede estar llena de signos que se reinventan.
El comprender tiene como esencia una apertura al mundo del Ser y Tiempo. El ser es el signo rememorativo; lo rememorativo es retorno de las cosas a su propio ser que funda un tiempo histórico. De esta forma, la obra es la creación de nuevas formas sígnicas de ordenamiento e interpretación; la renovación del mundo, en un carácter de origen; y no sólo como mero recuerdo.
Entonces poder interpretar al ser u objeto es necesaria antes la comprensión para que podamos interpretarlo. Comprender no significar conocer o aprenderse los antecedentes históricos, o lo que se diga de un objeto. Sino que desarrollar posibilidades de interpretación, creando códigos que nos ayuden a conocer el objeto o ser ya que todo hasta lo más cotidiano requiere de un significado o sentido de las cosas. Esto es la unión que de la fenomenología y la hermenéutica, pues describe desde la perspectiva del Ser y Tiempo.
La interpretación del ser-tiempo se dirigen al centro mismo de comprender, de ella depende lo que mucho más adelante significará como sentido. Por eso la interpretación no sería posible sin que se haya establecido antes el desarrollo de la comprensión.
El interpretar es la codificación, de los signos que configuran el mundo; y dan la posibilidad de desarrollarse. Codificar el mundo es crear códigos que posibilitan la lectura del ser.
El sentido es una construcción de interpretar, el desarrollo del comprender y, por tanto, del carácter esencial del ser-en. Es la cadena de significados bajo la visión voluntaria del interpretar.
La triada comprensión-interpretación-sentido, es el fundamento primordial que constituye la naturaleza del ser.
El ser-tiempo permite existir; pero resulta el existir tiene dos modos de ser: el auténtico y el inauténtico. El primero se dirige hacia el sentido originario del habla; el segundo hacia el habla misma inmersa en la cotidianeidad. Entonces el objetivo del Dasein tiene que rebasar el ámbito de la cotidianidad en busca de los signos y sentidos originarios.

En los tres textos anteriores se analizo la triada comprensión – interpretación – sentido. Sobre esto tenemos que encontrar el camino hacia la explanación e interpretación de la verdad y su funcionamiento. La verdad es una forma específica de estructuración lingüística que se da invadiendo a lo que se muestra, ciertamente lo que se muestra en si mismo ha de mostrarse en y desde su propia luz para que sea visible.
La luz, no se debe entender en como iluminación, sino en su sentido pragmático, técnico, y metafísico.
El fenómeno es solo posible en la apertura del “estado de abierto” que enmarca una claridad de hacerse visible. Todo aparecer necesita de una luz en y a partir de la cual emerja su visibilidad, de modo que la luz no es un mero accidente o añadidura que recubre al ente en su aparecer, sino que muy por el contrario, la constitución misma del ente se funda en la luz sobre la cual es posible mostrarse.
Lo abierto es dar a aparecer, ya sea la luminosidad de lo ente o su oscurecimiento; restablecer la armoniosa comunicación silenciosa del estado de cosas para que aparezca la palabra o su negación, funda la aparición y el aparecer es el anunciarse por medio de algo que se muestra.
La apertura es el lugar de la llegada de los entes en su mostrarse ante la mirada y el pensar; por eso anunciar se convierte por tanto el aviso en un signo o en señal.
La segunda palabra guía que deconstruye Heidegger en la configuración del sentido de fenomenología es la de logos, el habla que significa dirigir, conducir algo donde le dé luz y por ende se haga visible, originar algo en su ser, es un permitir ver.

En el pensar y lenguaje, ambos, es en y a través del habla en donde se manifiesta y se desarrolla el pensar. Por eso la fenomenología desde el carácter semántico, es el método que mostrará el modo en el que el ser se da en su plena manifestación como tal.

Lo que viene a ser deviene desde el lenguaje. Con ello empieza la deconstrucción del concepto de verdad.

Por último, la obra de arte según Heidegger es la unión del ser y del pensar en donde ambos se unen con el signo y la mirada. Un pensar contemplativo es una rememoración; entonces la obra de arte es la relación sígnica entre lo nombrado y el nombrar: El nombre es la figura, el nombrado es la mirada rápida de lo que se percibió una vez.
En conclusión: La obra de arte es una compleja figura conceptual a la cual ha arribado el pensar en el desarrollo de la pregunta que interroga por el ser. El pensar se convierte en mirada en donde el ojo se deja vislumbrar por la apariencia del objeto así el arte es el ámbito de la aparición de la verdad.

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